-Ranita, sabes una cosa "el cangrejo se quedó perplejo al ver su reflejo en aquel espejo"- pero al darse cuenta que la ranita esta triste le preguntó, ¿qué te pasa? ¿por qué estás tan triste?
-Es que me aburre andar de un lado a otro en este charco. Tú puedes volar y eres hermosa, yo soy fea y solamente puedo nadar, "cada vez que me baño me hace daño, por eso me baño una vez al año"- Dijo la rana.
-Ranita, todos cumplimos un objetivo, pero sí te puedo ayudar a estar más feliz, te puedo prestar mis alas.-Respondió la paloma.
La ranita muy contenta se puso las alas e intentó volar, pero por más que trató no podía y cansada de intentar le devolvió las alas. La paloma al ver lo que pasaba para intentar animar a la ranita, le recitó un poema de Antonio Machado:
se vio a la lechuza
volar y volar.
Campo, campo, campo.
Entre los olivos,
los cortijos blancos.
Y la encina negra,
a medio camino
de Úbeda de Baeza.
Sobre el olivar,
se vio a la lechuza
volar y volar.
Como la ranita esta ocupada y tratando de ser quien no era nadie observaba el charco y Don Lagarto que ya tenía muchos años y no veía bien se cayó al agua gritando
-¡Auxilio, ayuda, no sé nadar!
Ninguno de los animales presentes podía ayudar al lagarto pero la ranita de un gran salto cayó al agua y sacó a Don Lagarto que ya casi no podía respirar. Todos los animales se reunieron y aplaudieron y decían:
-Ves ranita, cada cual tiene un objetivo, nadar es el tuyo. Después de escuchar esto la ranita ya no está triste y se dio cuenta que no todos los animales podían nadar en el charco.
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